SAN CIPRIANO
El santo que se venera con este
nombre, fue antes de su conversión al cristianismo, uno de los magos más
famosos que se ha conocido.
Nacido en Antioquia, entre Siria
y Arabia, de padres muy ricos y poderosos, ejerció todas las artes mágicas
hasta la edad de 30 años, en que se convirtió a la religión de Cristo.
Dejó escritos infinidad de libros
de hechicería, producto de de sus muchos conocimientos y de las propias
maravillas que ejecutó en su época de mago, y que causaron la admiración de todas
las gentes.
Ejercía un poder formidable sobre
los espíritus infernales, que le obedecían en todos sus mandatos. Llegó a
efectuar sorprendentes encantamientos.
Tuvo dominio absoluto sobre las
personas y los elementos, debiéndose su conversión al cristianismo al siguiente
raro suceso:
Había en Antioquia una doncella
cristiana llamada Justina, tan rica como hermosa, hija de Edeso y Cledonia, los
cuales la habían educado en su religión que era la de los gentiles. Justina oyó
un día predicar a Prailo, diacono de Antioquia, y al escuchar las bellezas
ideales de la religión cristiana, se convirtió a ella, logrando poco después
que sus mismos padres se hicieran cristianos.
Un joven llamado Aglaide, se
enamoró de Justina y la solicitó por esposa, pero no la pudo conseguir porque
ella ya se había ofrecido a Jesucristo.
Desesperado Aglaide recurrió a
Cipriano el Mago para que doblegara aquella mujer que tan rebelde se mostraba
en sus deseos, el cual aplicó al efecto todos sus hechizos y encantamientos,
invocando a los espíritus para que le ayudaran en su empresa.
Todo, sin embargo resultaba
inútil. Justina resistía toda clase de sortilegios, porque se hallaba bajo la
intercesión de la Virgen
y auxiliada por la divina gracia de Jesús, teniendo además en la rayas de su
mano derecha el signo de la cruz de San Bartolomé, la cual por si sola tiene
poder contra toda clase de maleficios y encantamientos.
Lleno Cipriano de furor al verse
vencido por una tan delicada criatura, se levantó contra Lucifer y le dijo:
¿En que consiste, ¡OH genio del
Averno! que todo mi poder se vea humillado por una tan débil mujer? ¿No puedes
tú tampoco con tanto dominio como posees someterla a mis mandatos? ¿Dime luego
que talismán o amuleto la protege que la da fuerza para vencerme a mí y hacer
inútiles todos mis sortilegios?
Entonces Lucifer obligado por
orden divina le dijo: El Dios de los cristianos es Señor de todo lo creado, y
yo a pesar de todo mi dominio estoy sujeto a sus mandamientos, no pudiendo
atentar contra quien haga uso del signo de la cruz. De esto se vale Justina
para evitar mis tentaciones.
Pues siendo esto así, dijo
Cipriano, desde ahora me hago discípulo de Cristo; lo cual hizo, logrando mas
adelante recibir el martirio y ser contado en el número de los santos.
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