Esta receta ha sido extraída del Libro de San Cipriano y Santa Justina, de la edición impresa en Roma en la Sociedad de Ciencias Ocultas. Aquí la publicamos de modo anecdótico y de ninguna manera se recomienda ponerla en práctica.
Dice San Cipriano, que ante todo, conviene estudiar el carácter e inclinaciones de la mujer que se pretende, a fin de regular la norma de conducta que ha de observarse en relación a los deseos que con ella quieren satisfacerse, no siendo menos conveniente tener en cuenta que las mujeres se pegan mucho de la buena presencia y mejor porte de la persona que quiere obtener sus favores.
Observada esta primera condición, y después de haber declarado a la mujer que se desea las intenciones que de amarla y servirla se tienen, tómese el corazón de un palomo virgen y désele a comer a una culebra; ésta, al cabo de más o menos tiempo, morirá.
Cuando esto suceda córtesele la cabeza y séquese a fuego lento, o sobre una plancha de hierro caliente, y después de seca redúzcase a polvo, machacándola en un mortero o almirez, y después de haber agregado al polvo que resulte unas cuántas gotas de láudano, cuando quiera usarse, habréis de restregaros las manos con esa preparación estrechando inmediatamente después las de vuestra amada.
Cuando esto suceda córtesele la cabeza y séquese a fuego lento, o sobre una plancha de hierro caliente, y después de seca redúzcase a polvo, machacándola en un mortero o almirez, y después de haber agregado al polvo que resulte unas cuántas gotas de láudano, cuando quiera usarse, habréis de restregaros las manos con esa preparación estrechando inmediatamente después las de vuestra amada.
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